Tender puentes entre los expertos y la comunidad – Bridging between experts and the community. Ana Catarina Queiroga

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Tenemos una urgente necesidad de información basada en la evidencia sobre las intervenciones para reducir los ahogamientos y su eficacia real.

Los factores de riesgo que contribuyen al ahogamiento varían enormemente dependiendo de los grupos de edad, la situación geográfica, el grado de desarrollo económico, y los entornos culturales, sociales y de comportamiento, lo que hace impracticable el uso de una única estrategia de prevención de ahogamientos en todo el mundo.

A lo largo de las últimas décadas, un número cada vez mayor de expertos en salud pública han fundamentado las estrategias de prevención en las evidencias objetivas de su efectividad. En los países desarrollados (HICs), se han venido recomendando e implementando con éxito intervenciones como un apropiado vallado de las piscinas, la supervisión de los niños en el entorno acuático, los servicios de socorrismo, el entrenamiento en habilidades y seguridad acuática, o el uso de chalecos salvavidas y otros equipos de flotación personal. Todas ellas se han asociado con una reducción de muertes por ahogamiento en grupos de población específicos, si bien, en la mayoría de los casos, conocemos poco sobre si realmente existe una correlación entre las estrategias de prevención y el número de muertas por ahogamiento.

A pesar de su nivel de efectividad en los HICs, estas intervenciones puede que no sean apropiadas para su uno en los países del tercer mundo o en vías de desarrollo (LMICs), así como para las áreas rurales de los HICs, dónde los ahogamientos se producen en distintas localizaciones y a menudo debido a muy diferentes circunstancias. Como consecuencia, es crítico asegurar un seguimiento más completo y preciso de todos los ahogamientos (fatales y no fatales), para lograr una mejor estimación de las poblaciones expuestas y alimentar nuevas investigaciones epidemiológicas que conduzcan al desarrollo de estrategias innovadoras y eficaces.

Es más, el desarrollo y la difusión de información basada en la evidencia acerca de qué intervenciones son más eficaces en los diferentes escenarios es determinante. Para lograr este objetivo, es crucial que los investigadores en desarrollo metodológico encuentren los métodos apropiados para detectar la presencia y las fuentes de datos heterogéneos que proporcionen coherencia en los factores de riesgo asociados al ahogamiento, La eficacia de las estrategias dependen de que seamos capaces de entender en detalle las causas, evaluar las opciones, y examinar la relación coste-beneficio de los programas de intervención.

Comprender tanto las fortalezas como las limitaciones de lo que estamos haciendo hoy, nos ayudará en el diseño de estrategias futuras más efectivas, dirigidas a los grupos de población específicos que ahora son más vulnerables.

Mirando hacia el futuro, construir un marco de referencia de las causas es un paso necesario en la mejora que hoy se está llevando a cabo en la investigación en prevención de ahogamientos, desde la información anecdótica hacia la basada en la evidencia y en la investigación acreditada. Un paso muy importante que posibilitará la obtención de recursos y allanará el camino para que aparezcan estudios que aúnen alta calidad y gran impacto.

Bridging between experts and the community

Urgent need for evidence-based information on drowning reduction interventions and their effectiveness

Risk factors for drowning vary greatly by age group, geographical location, economical development, and social, cultural and behavioural backgrounds, making unfeasible to use one single drowning prevention intervention worldwide.

Over the last few decades, an increased number of public health experts have based the formulation of prevention policies on objective evidence of effectiveness. Regarding drowning prevention interventions in High Income Countries (HICs), proper pool fencing, supervision of children near water, lifeguarding services, water safety training at young age and the use of Personal Flotation Devices, have been advocated and successfully implemented with associated reduction of drowning deaths in specific population groups, even though, for most cases, little is known about the existence of a correlation between the prevention strategies and the number of drowning deaths.

Regardless of their level of effectiveness in HICs, these interventions may not be appropriate for Low- and Middle-Income Countries (LMICs) as well as for rural areas of HICs, where drowning occurs in different locations and often due to a different set of circumstances. As a result, it is critical to ensure a more complete and accurate tracking of all drowning (fatal and non-fatal), to obtain better estimates of the exposed populations, and to fuel additional epidemiologic research of drowning incidents towards the development of innovative and effective prevention strategies.

Furthermore, the development and dissemination of evidence-based information about which interventions are most effective in different development settings is determinant. To achieve this goal it is crucial that researchers in methodology development find appropriate methods for detecting the presence and sources of heterogeneity in drowning risk factors. Effective drowning prevention depends on detailed understanding of causes, evaluation of options, and cost-benefit examination of intervention programmes. Understanding the strengths and limitations of the existing interventions will help the design of future, more effective intervention strategies directed at specific population groups that are currently more vulnerable to drowning.

Ultimately, the building of a framework for causal inference is a necessary step in the present shift of drowning prevention research from anecdotal to evidence-based, recognized research – a very important step that will facilitate funding for future drowning prevention studies, and thus pave the way for the emergence of high quality/ high impact drowning related research.

 

Dra. Ana Catarina Queiroga, PhD. Portuguese National Lifesaving Association Research Committee. Chief Operating Officer at Social Economy Professional School. Member of the International Lifesaving Federation Drowning Prevention Commission. Currently collaborating with several organizations on drowning prevention research, namely Royal Life Saving Society – Australia, CIFI2D and Vigo University.

Cómo escapar de un coche en el agua.

En las últimas semanas, la actualiadad en España pasa por la lluvia. Y por las crecidas de los ríos, que inundan poblaciones, vados y carreteras, algo a lo que no estamos acostumbrados por estas latitudes. Enfrentarse a estas circunstancias supone lidiar con el agua, un elemento peligroso e imprevisible. Además, el riesgo de sufrir un accidente de circulación que implique una caída al agua no es despreciable en nuestro país, con miles de kilómetros de costas, ríos y embalses.

Cada año, se producen entre 1200 y 1500 incidentes y de 400 a 600 muertes sólo en los Estados Unidos relacionados con vehículos que se salen de la carretera y caen al agua. Por ello, se hace necesario estar preparado para este tipo de emergencias. Se ha demostrado que practicar los pasos necesarios para un auto-rescate cuando caemos al agua en un automóvil y tener una sencillas las herramientas de rescate o escape disponibles y listas para usar durante este tipo de situaciones pueden marcar la diferencia. Además, el personal de los servicios de emergencia necesita tener la preparación adecuada para responder ante ello y contar con el equipamiento necesario para una respuesta efectiva y segura ante un vehículo en el agua. Con tan solo 30 ó 40 centímetros de agua, nuestro coche puede verse arrastrado por la corriente si intentamos vadear un río o cruzar una zona inundada. La primera regla de seguridad es nunca intentar hacerlo.

Si la situación es que el coche cae al agua inesperadamente, tendremos entre 20 segundos y unos minutos antes de que al agua lo inunde por completo, dependiendo de varios factores, como por ejemplo, si los cristales se rompen. Como la fuerza del choque con el agua se incrementa con la velocidad, llevar puesto el cinturón de seguridad incrementa las probabilidades de supervivencia. Enseguida el vehículo se inclinará hacia la parte del motor. Esta posición, la presión del agua y los posibles daños causados por el choque pueden hacer difícil abrir las puertas para escapar. La vía más sencilla y a veces la única, será a través de las ventanillas.

La decisión de salir del vehículo debe ser inmediata. Hay que abrir las ventanillas (o romperlas con una sencilla herramienta que también incorpora un cortador para los cinturones de seguridad) y escapar del vehículo antes de que comience a hundirse sin la menor vacilación. Quedarse en un vehículo que se sumerge bajo la superficie de un agua turbia, cuya profundidad desconocemos es con toda probabilidad una muerte segura. Gerald M. Dworkin, un reconocido profesional de rescate acuático aconseja un único mensaje universal para educar a la población sobre cómo escapar de un vehículo sumergido, que consiste en los siguientes pasos:

1- Quitarse el cinturón de seguridad.

2 – Abrir o romper las ventanillas.

3 – Sacar a los niños primero

4 – Salir del coche y nadar hacia la orilla.

Si hay varios ocupantes, una vez que la vía de escape está abierta, el primer ocupante que sale del vehículo debe ayudar al resto y éstos formar una cadena para ayudarse entre sí a salir del vehículo frente a la corriente de agua que inunda el vehículo. La herramienta de escape debe estar colocada en un lugar visible y accesible para el conductor y el acompañante y, si es posible, debería haber otra adicional en la parte trasera, igualmente accesible. Si vive en zonas dónde el riesgo de caer al agua está presente, considere que este pequeño gasto puede salvarle la vida.

No hay duda de que la caída de un vehículo al agua es una experiencia traumática, especialmente durante los meses en que el agua fría añade un riesgo adicional. Aplicando los procedimientos de emergencia y escape, los ocupantes pueden rápidamente ponerse a salvo ellos mismos antes de que el vehículo se hunda.

Lee el artículo original. Read original entry: Lifesaving Regsources

Nadando contra la corriente. Cuando el dominio de la natación no es suficiente – Swimming against the tide. When swimming competence is not enough. Kevin Moran

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El papel de las competencias o habilidades en natación puede parecer axiomático, sin embargo, todavía no comprendemos bien su capacidad protectora. Determinar si la competencia en natación tiene un efecto de mejora frente a todos los riesgos de ahogamiento es difícil de afirmar por dos importantes razones.

El primer lugar, en el contexto de la prevención de ahogamientos no hay una definición universalmente aceptada entre los expertos en seguridad acuática sobre en qué consiste la competencia en natación. A menudo se describe en términos de la distancia que se es capaz de nadar, pero incluso entonces, se utilizan varias distancias para juzgar esa competencia, Muchas iniciativas de seguridad acuática establecen arbitrariamente distancias desde 25 a 200 metros para identificar el nivel de natación. En el peor de los escenarios, algunos consideran que superar ese nivel es un pasaporte a la seguridad y entonces se deja de proporcionar educación en natación y seguridad acuática: ¡Error¡, ¡Error¡ ¡Error¡. La educación es un proceso, no un producto y para que sea exitoso ha de durar toda la vida y ser capaz de adaptarse a las siempre cambiantes necesidades.

En segundo lugar, incluso si tuviésemos una definición mutuamente aceptada de competencia en natación y, entonces, fuésemos capaces de hacerla operativa definiendo medidas que se acomodasen a todas las variadas demandas individuales y ambientales asociadas con el ahogamiento, todavía tendríamos que tener en cuenta el hecho de que existe una gran distancia entre lo que las personas piensan que pueden hacer y lo que realmente son capaces de hacer. En el caso del ahogamiento, la idea, atribuida a Henry Ford, de que “tanto si piensas que puedes hacerlo, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”, es muy probable que no sea una actitud acertada.

Es más, este tipo de actitud puede que ayude a explicar la persistente presencia mayoritaria de los varones en las estadísticas de ahogamientos en la mayoría de los países, en particular en aquellos en donde el ocio acuático es popular.

A este respecto, mi argumentación es que los verdaderos asesinos son los que he denominado “las torres gemelas del ahogamiento”: subestimar el riesgo y sobreestimar las habilidades. Afrontar estos dos problemas en los programas de prevención de ahogamientos, puede ser nuestra mejor esperanza de reducir su incidencia, especialmente entre los varones.

Swimming against the tide. When swimming competency is not enough.

While the role of swimming competencies in drowning prevention may appear axiomatic, its protective capacity is not well understood. Determining whether the swimming competency has an ameliorating effect on all drowning risk has been difficult to ascertain for two major reasons.

First, in the context of drowning prevention, there is no universally agreed definition among water safety experts as to what constitutes swimming competency. Swimming competency is often described in terms of distance swum, but even then, various distances have been used to assess competency. Many water safety initiatives establish arbitrary distances from 25 m to 200 m to identify swimming status. In the worst case scenario, having achieved such status is viewed by some as a universal passport to safety and then stop delivering swimming and water safety education – wrong, wrong, wrong!!!!. Education is a process not a product, for it to be successful it must be lifelong and adaptable to meet ever changing needs.

Second, even if we had a mutually agreed definition of swimming competency and were then able operationalize that definition by developing measures that accommodated all the varied individual and environmental demands associated with drowning, we still have to consider the reality gap between what people think they can do and what they actually can do. In the case of drowning, the notion attributed to Henry Ford that “Whether you think you can, or you think you can’t – you’re right” may not be a healthy mind-set.

Furthermore, such a mind-set may help explain the persistence of male over-representation in the drowning statistics of many countries, especially those where aquatic recreation is popular. In this respect, I argue that the real killers are what I have called of the “twin towers of drowning”: underestimation of risk and overestimation of ability, tackling these two issues in drowning prevention programmes may be our best hope of reducing the incidence of drowning especially among males.

Kevin Moran es Profesor En la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y es destacado autor de numerosas publicaciones y por su compromiso vital en la prevención de ahogamientos y como investigador y educador. En los últimos años se ha destacado por su visión crítica y avanzada sobre la percepción y prevención de riesgos y ahogamiento en el medio acuático; la conducta de los jóvenes frente al riesgo acuático y en la formación de los Socorristas.

Kevin Moran is a Principal Lecturer in Health and Physical Education in the School of Curriculum and Pedagogy at the Faculty of Education, University of Auckland. Kevin has had a lifelong commitment to drowning prevention as a researcher and an educator. Current areas of research for Kevin include toddler drowning prevention, perceptions of aquatic risk, swimming ability and water safety, water safety knowledge, attitudes and behaviours of youth and other specific populations including rock fishers and beachgoers.