Protocolos Covid-19

En esta entrada recogemos enlaces a las directrices, protocolos y actualizaciones respecto al Covid-19 de interés para el Socorrista Acuático Profesional y los responsables y gestores de instalaciones acuáticas, piscinas, parques acuáticos y servicios de playas.

Última Actualización: 04/06/2020

Se añaden resúmenes o traducciones de los aspectos más relevantes cuando no estén en español, para facilitar el acceso y su comprensión. Cualquier sugerencia y documentación adicional pueden enviarla, indicando siempre la fuente y enlaces, a través del correo electrónico: secretaria@sossegovia.com.

– Documento del Grupo de Trabajo de IDRA, ILS, IMRF sobre la reanimación en la víctima de ahogamiento (Emitido 04/06/2020)

En este enlace se ha publicado el texto completo (inglés) y el Algoritmo de RCP (original en inglés y versión española traducida por Luis Miguel Pascual), de los expertos del Grupo de Trabajo de IDRA (International Researches’ Alliance), ILS (International Lifesaving Federation) y IMRF (International Maritime Rescue Federation) compuesto por 56 expertos de más de 40 instituciones, universidades y organizaciones de todo el mundo.

Como se indica en el documento, el algoritmo no se debe de utilziar sin haber leído y comprendido correctamente todas las recomendaciones que se indican en el texto y se ha de tener en cuenta que es fruto de un amplio consenso entre los expertos involucrados y que su aplicación práctica puede ser objeto de adaptaciones a los procesos y protocolos que ya estén en marcha dentro de las organziaciones o los equipos de trabajo de Socorrismo. Dado que las recomendaciones pueden cambiar debido a las nuevas evidencias, se recomienda consultar periódicamente la página web, dónde estarán disponibles siempre las últimas versiones. (Por eso enlazamos a la página web y no directamente a los documentos)

– Video: «Técnicas de rescate acuático, adaptaciones al COVID-19» con embarcación, moto acuática, tabla y tubode rescate, producido por Pepe Palacios.

Curso gratuito en español del ERC (European Resuscitation Council) de prácticas de Reanimación durante la pandemia COVID-19 (únicamente hay que registrarse).

Cómo nos afecta el Covid-19 (haz clic para abrir la fuente original)

 

– Página de la OMS (Organización mundial de la Salud con información general sobre Covid-19 

 

– Directrices Covid-19 del Consejo Europeo de Reanimación 

 

–  MTSS – Procedimiento de actuación para los servicios de Prevención de Riesgos Laborales frente a la exposición al Covid-19 

 

– Página Oficial del Ministerio de Sanidad sobre el Covid-19
(En esta página el MSCBS mantiene la información actualizada, a continuación añadimos algunos de los enlaces relevantes, que podrían variar, recomendamos que se consulte la página oficial para las últimas actualizaciones)
Información para la ciudadanía
Información para profesionales Sanitarios
– Recomendaciones para la apertura de la actividad en las piscinas (14/05/2020)
Recomendaciones para la aperturas de Playas y zonas de baño (Actualización 25/05/2020)

 

– BOE 23/05/2020 – Orden SND/440/2020, de 23 de mayo, por la que se modifican diversas órdenes para una mejor gestión de la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 en aplicación del Plan para la transición hacia una nueva normalidad. Artículo 46. «Uso de las playas»

 

– Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios: Biocídas.
En esta página se puede consultar los listados actualizados de:
– Relación de desinfectantes de superficies de ámbito sanitario, autorizados por la AEMP
– Relación de antisépticos para piel sana autorizados por la AEMP

 

– MITC – Guías para la reducción del contagio por el coronavirus SARS-CoV-2 en el sector turístico

 

– CSIC – Informe sobre transmisión del SARS-COV-2 en playas y piscinas 

 

– Documento de la Asociación Española de Profesionales del Sector Piscinas (Asofap) protocolo de instalaciones acuáticas.

 

JUNTA DE ANDALUCIA Decreto-ley 12/2020, de 11 de mayo, por el que se establecen medidas urgentes y extraordinarias relativas a la seguridad en las playas, medidas administrativas en el ámbito educativo, y otras medidas complementarias ante la situación generada por el coronavirus (COVID-19).

 

– GENERALITAT VALENCIANA: Circular sobre seguridad en piscinas Verano 2020 (22/05/2020)

GENERALITAT VALENCIANA: Guía de playas seguran frente al COVID-19 (25/05/2020):
– Guía y presentación sobre recomendaciones;
– Presentación sobre Aforo de las playas

 

Consejos de cuidado psicológico personal para los profesionales en Covid-19

 

– COVID-19 Y SEGURIDAD ACUÁTICA. Revisión y recomendaciones de SOBRASA (Sociedade Brasileira de Salvamento Aquático). Actualizado el día 27/04/2020

 

– SEMICYUC – RECOMENDACIONES SOBRE REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR EN PACIENTES CON SOSPECHA O INFECCIÓN CONFIRMADA POR SARS-CoV-2 (COVID-19)

–  CDC – Guía provisional para empresas y empleadores para planificar y responder a la enfermedad por Covid-19. Interim Guidance for Businesses and Employers to Plan and Respond to Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) (Inglés)

– ILCOR – COVID-19 Riesgo de infección de los intervinientes en pacientes con paro cardíaco. Infection risk to rescuers from patients in cardiac arrest (Inglés)

ILCOR – Covid-19 Guía Práctica para implementacion. Practical Guidance for Implementation (Inglés)

Recomendaciones generales (resumen traducido del original en inglés):
– Sugerimos que las compresiones torácicas y la reanimación cardiopulmonar tienen el potencial de generar aerosoles (recomendación débil, evidencia de certeza muy baja).
– Sugerimos que en la actual pandemia de COVID-19 los reanimadores legos consideren las compresiones y la desfibrilación de acceso público (declaración de buenas prácticas).
– Sugerimos que en la actual pandemia de COVID-19, los rescatistas legos que estén dispuestos, capacitados y puedan hacerlo, consideren proporcionar respiraciones de rescate a bebés y niños además de compresiones torácicas (declaración de buenas prácticas).
– Sugerimos que en la actual pandemia de COVID-19, los profesionales de la salud deben usar equipos de protección personal para los procedimientos de generación de aerosoles durante la reanimación (recomendación débil, evidencia de muy baja certeza).
– Sugerimos que puede ser razonable que los proveedores de atención médica consideren la desfibrilación antes de ponerse el equipo de protección personal para los procedimientos de generación de aerosoles en situaciones en las que el proveedor evalúa que los beneficios pueden exceder los riesgos (declaración de buenas prácticas).
Comentario: el ERC considera que esto se aplica tanto a los socorristas como a los rescatistas legos.

Reconocimiento de una Parada Cardiaca (PCR):
Perspectivas y medidas provisionales: Las pautas de reanimación en todo el mundo utilizan la combinación de falta de respuesta y no respirar normalmente para indicar un paro cardíaco. La capacidad de respuesta generalmente se evalúa sacudiendo y gritando a la persona y evaluando una respuesta. La respiración generalmente se evalúa abriendo las vías respiratorias y mirando, escuchando y sintiendo la respiración.
En la configuración de COVID-19, seguimos sugiriendo verificar la capacidad de respuesta. Al evaluar la respiración, busque la respiración. No abra las vías respiratorias ni coloque la cara junto a la boca/nariz de las víctimas. Llame a los servicios de emergencia si el paciente no responde y no respira normalmente.

RCP por los primeros intervinientes
El nuevo consenso ILCOR COVID-19 sobre recomendaciones científicas y de tratamiento indica:
– Sugerimos que las compresiones torácicas y la reanimación cardiopulmonar tienen el potencial de generar aerosoles (recomendación débil, evidencia de certeza muy baja).
– Sugerimos que en los actuales reanimadores legos de la pandemia COVID-19 consideren las compresiones torácicas y la desfibrilación de acceso público (declaración de buenas prácticas).
– Sugerimos que en la actual pandemia de COVID-19, los rescatistas legos que estén dispuestos, capacitados y puedan hacerlo, consideren proporcionar respiraciones de rescate a bebés y niños además de compresiones torácicas (declaración de buenas prácticas).

Justificación y evidencia de los puntos destacados del marco de decisión
– Fuera de la pandemia de COVID-19, cada año más de 1 millón de personas sufren un paro cardíaco fuera del hospital en todo el mundo. La RCP y la desfibrilación brindan a estas personas la única posibilidad de supervivencia. 
– Al hacer recomendaciones, es necesario equilibrar cuidadosamente el beneficio del tratamiento temprano con compresiones torácicas y desfibrilación (antes de ponerse el equipo de protección personal) con el daño potencial para el rescatador, sus colegas y la comunidad en general si el rescatador se infectara con COVID-19.
– Al sugerir que los rescatistas legos consideren la RCP por compresión y la desfibrilación de acceso público, el grupo de redacción señaló que la mayoría de los paros cardíacos fuera del hospital ocurren en el hogar donde los que proporcionaron reanimación probablemente hayan estado en contacto con la persona que lo requirió; que la accesibilidad al equipo de protección personal para los procedimientos de generación de aerosoles es probable que sea limitada; puede haber un daño significativo por retrasar el tratamiento que puede salvar vidas si la reanimación se aplaza hasta la llegada del personal con el equipo de protección personal adecuado.
– Al sugerir que los rescatistas legos que estén dispuestos, entrenados y sean capaces de hacerlo, consideren las respiraciones de rescate además de las compresiones torácicas para bebés y niños, el grupo de redacción consideró que los rescatistas espectadores son con frecuencia aquellos que cuidan habitualmente a bebés y niños. En ese caso, el riesgo de que el reanimador adquiera COVID-19 nuevamente mediante la provisión de respiraciones de rescate se ve superado en gran medida por el mejor resultado para los bebés y niños en paro respiratorio que reciben ventilación.

 

– (AHA – American Heart Association) – Orientación provisional para soporte vital básico y avanzado en adultos, niños y neonatos con sospecha o confirmación de Covid-19. Interim Guidance for Basic and Advanced Life Support in Adults, Children, and Neonates With Suspected or Confirmed COVID-19 (inglés)

Recomendaciones para una PCR (resumen traducido):
– Activa la respuesta de emergencias llamando al 112
– Antes de entrar en la escena, ponerse EPIs para protegerse tanto de las partículas en suspensión (aerosoles) como de las gotitas que pueda desprender la víctima. Consulte los estándares del sistema de servicios médicos de emergencia o de salud individual (EMS) ya que las recomendaciones de PPE pueden variar considerablemente en función de los datos epidemiológicos actuales y la disponibilidad.
–  Limite el personal en la habitación o en la escena solo a aquellos esenciales para el cuidado del paciente. Haz que el resto respete los límites de distancia interpersonal.
– En entornos con protocolos y experiencia para su uso, considere reemplazar las compresiones torácicas manuales con dispositivos mecánicos de RCP para reducir la cantidad de rescatadores necesarios para adultos y adolescentes que cumplen con los criterios de altura y peso del fabricante.
– Comunique claramente el estado de COVID-19 a cualquier proveedor nuevo antes de su llegada a la escena o recibo del paciente cuando se transfiera a un segundo entorno.
– Priorice las estrategias de oxigenación y ventilación con menor riesgo de producir aerosoles. Proporciona respiraciones de rescate utilizando sólo un dispositivo de máscara/bolsa (tipo Ambú) con filtro HEPA y asegurando un buen sellado de la máscara. Conecte un filtro HEPA de forma segura, si está disponible, a cualquier dispositivo de ventilación manual o mecánico en el camino del gas exhalado antes de administrar cualquier respiración.

Rescatadores no entrenados en paro cardiaco fuera de hospital (OHCA):
La RCP de espectadores ha demostrado consistentemente que mejora la probabilidad de supervivencia de OHCA, que disminuye con cada minuto que la RCP y la desfibrilación se retrasan.
Es poco probable que los rescatistas de la comunidad tengan acceso a un EPP adecuado y, por lo tanto, tienen un mayor riesgo de exposición al COVID-19 durante la RCP, en comparación con los proveedores de atención médica con un EPP adecuado. Los equipos de rescate con edad avanzada y la presencia de afecciones comórbidas, como enfermedades cardíacas, diabetes, hipertensión y enfermedad pulmonar crónica, tienen un mayor riesgo de enfermarse gravemente si se infectan con SARS-CoV2. Sin embargo, cuando el paro cardíaco ocurre en el hogar (como se ha informado en el 70% de los OHCA 17 antes de las recientes ordenanzas de refugio en el hogar) es probable que los rescatistas ya hayan estado expuestos al COVID-19.
– Compresiones torácicas
– Para adultos: los reanimadores legos deben realizar al menos una RCP con las manos solamente después del reconocimiento de un evento de paro cardíaco, si lo desean y pueden, especialmente si son miembros del hogar que han estado expuestos a la víctima en el hogar. Una máscara facial o un paño que cubra la boca y la nariz del rescatador y / o la víctima pueden reducir el riesgo de transmisión a un transeúnte no familiar.
– Para niños: los reanimadores legos deben realizar compresiones torácicas y considerar la ventilación boca a boca, si lo desean y pueden, dada la mayor incidencia de paro respiratorio en los niños, 17 especialmente si son miembros del hogar que han estado expuestos a la víctima en el hogar . Una máscara facial o un paño que cubra la boca y la nariz del rescatador y / o la víctima pueden reducir el riesgo de transmisión a un transeúnte no familiar si no puede o no desea realizar la ventilación boca a boca.
– Desfibrilación de acceso público
– Debido a que no se espera que la desfibrilación sea un procedimiento altamente aerosolizante, los rescatistas legos deben usar un desfibrilador externo automático (DEA), si está disponible, para evaluar y tratar a las víctimas de OHCA.

 

– Código de buenas prácticas en la contratación de Playas (Generalitat de Cataluña, en catalán) 

COVID-19. Una situación sin precedentes.

Lee la versión en inglés. Read the English version

Imaginemos la siguiente situación: Los socorristas rescatan a una víctima inconsciente con síntomas claros de ahogamiento del agua y tras evaluarla comprueban que no respira y que tampoco tiene pulso. Avisan al 112 y empiezan a aplicar el protocolo de reanimación (RCP) que implica hacer respiración boca a boca y masaje cardíaco. Pero, ¿y si la víctima fuese un posible portador del COVID-19 y los Socorristas resultasen infectados?

Enfrentados a una situación sin precedentes

Estamos hablando de algo que está afectando a millones de personas en todo el planeta, con cientos de miles de fallecidos si atendemos a las estadísticas oficiales, que muy probablemente no reflejen la totalidad de las cifras, ni tampoco se ha superado todavía la fase más grave de esta pandemia. Y cada una de esas cifras es una persona como tú o como yo, con su propia historia, familia y circunstancias.
Estamos pasando por una situación sin precedentes y el barullo de información, confuso, lleno de bulos y falto de evidencias reales en el que nos movemos es exasperante y frustrante a la vez. Todos buscamos mensajes que alivien nuestras preocupaciones y nos proporcionen esperanza y, aunque los mensajes que esperamos recibir sean quizás diferentes para cada uno, lo que todos esperamos son directrices concretas y tranquilizadoras que aborden los problemas de y sus consecuencias de manera definitiva.
El hecho de que la información se mueva y cambie tan aprisa, está creando un paradigma que hace tan sólo unos meses nos habría parecido insólito. Decisiones como por ejemplo el tratamiento de la infección, que se tomaban en un ámbito temporal de meses o años y tras estudios y ensayos clínicos, ahora se toman en semanas, días u horas. Y casi nada más publicarse han de modificarse o actualizarse porque aparecen nuevas pruebas o evidencias y hay cambios a medida de que nuestra compresión del problema va progresando.
Hay que tener en cuenta, además, que las autoridades sanitarias que dirigen la lucha contra la pandemia y que combaten esos mismos problemas desde primera línea, no tienen a las playas e instalaciones acuáticas dentro de sus prioridades más urgentes. Estas son problemas que abordarán cuando otros mucho más acuciantes y con impacto inmediato en la salud pública o en la estructura económica, tan gravemente dañadas, estén más asentados.

Incertidumbres ante la apertura de playas y piscinas

Hay un amplio rango de instalaciones y entornos acuáticos sobre los que habría que intervenir, desde los servicios que cubren las playas públicas, pasando por los parques acuáticos, piscinas públicas o de establecimientos de ocio y hoteleros, aguas interiores, hasta las piscinas domésticas. Y cada uno de ellos requerirá de directrices lo más claras y definidas que sea posible. La situación española, con gran parte de las competencias normativas transferidas a las comunidades autónomas y con los ayuntamientos como responsables últimos de la gestión de las playas e instalaciones acuáticas municipales hace muy difícil, pero no imposible, que haya una armonización en esas directrices.
La situación puede ser todavía peor en las instalaciones de pequeños municipios y especialmente en aquellas de gestión privada, dónde las decisiones se tomarán principalmente atendiendo a criterios de negocio y rentabilidad y podremos encontrar que se abran o por el contrario permanezcan cerradas instalaciones, incluso en contraposición a las recomendaciones oficiales y es previsible que haya una atomización de iniciativas. Las evaluaciones de riesgos, planes y guías de implementación –si es que se realizan- dependerán en gran medida de que se disponga de “expertos» locales o internos o empresas auxiliares capaces de su estudio, preparación y puesta en marcha, algo impensable en localidades o empresas de pequeño tamaño o capacidad técnica.

Muchas lagunas normativas

A pesar de que en los últimos años se ha avanzado sustancialmente en la investigación y directrices de los riesgos acuáticos, hay enormes vacíos que siguen sin llenarse, tanto globalmente como en nuestro país. El primero de ellos es que la práctica totalidad de las distintas normas existentes están diseñadas con criterios higiénico-sanitarios y apenas contemplan los aspectos de seguridad y prevención del ahogamiento ni tampoco describen con claridad la responsabilidad y funciones del socorrista acuático profesional dentro de la organizción general de una instalación a la luz del conocimiento que ya hay desarrollado al respecto.
Tampoco se contempla lo que supone la implementación de las directrices marcadas por los protocolos internacionalmente aceptados (ERC, AHA) y la imperiosa necesidad de adaptar esos protocolos (y su implementación en la realidad) a las prácticas que mejor se adaptan a la realidad de cada instalación o entorno acuático. Sirva un ejemplo: las guías de actuación y requisitos de equipamiento no pueden ser las mismas para una playa con equipos de socorrismo completamente equipados y puesto de primeros auxilios con personal sanitario que para la piscina de un pequeño pueblo con un socorrista y en la que el tiempo de respuesta del SEM se puede medir perfectamente en tramos de media hora, dónde la respuesta y el equipamiento tiene que tener eso en cuenta. En otros sectores, sí que se produce esa adaptación y partiendo de las normas generales se exige un redimensionamiento de los requisitos a cumplir.
Es evidente que es indispensable que la regulación recoja la existencia de una figura experta (idealmente un director médico con formación en seguridad acuática o con asesoramiento de otros expertos sectoriales) que interprete estas adaptaciones teniendo en cuenta todos los aspectos claves (incluidas las posible repercusiones en el ámbito legal) en función del grupo de riesgo al que pertenezca cada instalación, y tenga capacidad y autoridad suficiente para implementar las adaptaciones para las circunstancias de cada instalación que aseguren una óptima gestión de los riesgos y su reducción al mínimo nivel posible. La seguridad del personal de la instalación y la de sus usuarios -en ese orden- han de ser siempre las prioridades y no deben caer presas de la tensión entre la seguridad y la sanidad públicas y los criterios políticos, de negocio o de rentabilidad.

Implicaciones para las instalaciones

Hay todavía muchísimas dudas acerca de cómo tendrán que afrontar las instalaciones –piscinas, parques acuático, playas- la reapertura o puesta en marcha de sus actividades. Hay empresas que ya están preparando sus propios planes y estableciendo cómo los implementarán, lo cual es muy loable pero como apuntaba y por muy acertados que sean esos planes, esta es una respuesta que no hace sino dispersar los esfuerzos y muy probablemente se repetirán y amplificarán los errores. La Administración Central del Estado debe ser la responsable de elaborar un informe y definir los criterios mínimos esenciales para que se puedan iniciar las actividades acuáticas y definir con especificaciones y criterios objetivos y claramente mensurables los requisitos a cumplir para que cada instalación pueda actuar en consecuencia. Y en este caso la coordinación y consenso con las administraciones autonómicas tiene que estar por encima de cualquier interés político o económico y tener como prioridad situar a nuestro país, al completo, en el liderazgo de la seguridad acuática, de la misma manera que estamos a la cabeza del turismo mundial.
Como ya se está poniendo de relieve en otros sectores, las consecuencias e implicaciones serán importantes y un buen número de empresas, sobre todo las pequeñas y los concesionarios temporales, probablemente no podrán afrontarlas ni económica ni organizativamente. Además de ser ocasión para que los grandes saquen tajada del río revuelto, está todavía por ver si esto va a suponer un impulso en la dirección correcta o, por el contrario, un empobrecimiento de las condiciones generales del sector, incluyendo también las referentes a la seguridad. Las dudas surgen por doquier y muchos gestores de empresas de socorrismo están comprensiblemente preocupados por las implicaciones, incluso en el ámbito legal y penal, que puedan tener y sus posibles consecuencias.

Las carencias en la figura del Socorrista Profesional

Es en esta situación en donde las carencias que rodean a la figura del Socorrista Profesional se están poniendo aún más de manifiesto. Como se ha mencionado, la regulación de la formación del Socorrista está dispersa, es muy dispar, está desfasada y ha nacido sujeta al albur de las veleidades de los vientos políticos que soplaban en el momento en que se publicaron, o por el contrario, simplemente no existe como ocurre en muchas comunidades autónomas. No quiero profundizar más en esta parte (que ya se ha tratado en otras ocasiones y que en cualquier caso, merece de un comentario mucho más amplio), pero la realidad prácticamente unánime en el sector es que ninguna de las líneas formativas vigentes ahora mismo en España proporciona la preparación adecuada que deberían tener según apunta la literatura y las necesidades reales del desempeño laboral. Y este vacío es aún mayor en cuanto a la definición de sus cometidos dentro de la seguridad de una instalación acuática.
Se espera de nosotros una respuesta asimilable a la de un profesional sanitario, pero ni lo somos, ni estamos contemplados como tales en ninguna regulación que yo conozca. Es hora de que la situación se normalice, de una vez y para todos, y con la implicación y aportación de quienes verdaderamente son parte integrante de la profesión del Socorrista Acuático, su desempeño laboral y el sector empresarial y hagamos definitivamente a un lado aquellos, como las entidades deportivas, que no lo son.

Protocolos en evolución.

En Socorrismo Profesional, nunca ha habido una receta que fuera “la solución para todo”. Como comentamos, los protocolos que periódicamente emiten las entidades de referencia cubren un amplio espectro, pero tras su amplio consenso dejan siempre algunas lagunas y dudas razonables que se siguen estudiando y revisando. Lamentablemente con la perspectiva del COVID-19, no es posible pretender hoy tener una solución que enfrente satisfactoriamente todos los problemas que nos estamos viendo forzado a afrontar en el ámbito sanitario ni tampoco en el socorrismo actuático. Hay todavía muchas cosas en el aire respecto a cómo se ha de adaptar la actuación el rescate acuático al COVID-19 y que los detalles sean unos u otros influirá en gran medida en la manera en que tendremos que gestionar los sistemas de trabajo y protocolos internos de las instalaciones y respecto a los servicios de Socorrismo, porque pueden implicar la necesidad de más equipamiento, personal, recursos y formación específica. Todavía están en el aire muchas preguntas que necesitan responderse.

¿Cuáles son los EPIs más adecuados?. ¿Es mejor tener un equipo de rescate y otro equipo preparado para la RCP?. ¿Qué va a ocurrir cuando si protocolo indica que no se practique la respiración boca-a-boca a una víctima de ahogamiento, porque hay posibilidad de que puede contagiarse con COVID-19?. ¿Qué margen de flexibilidad o interpretación tiene el Socorrista o los responsables de las instalaciones ante una situación de este tipo?. ¿Podrá tener un caso así repercusiones legales sobre el propio Socorrista y sobre la instalación o empresa en la que trabaja?. ¿Cuáles serán las consecuencias psicológicas que tendrán en el Socorrista?.

Varios grupos de trabajo han emitido ya revisiones de los protocolos de RCP adaptados al COVID-19 -y se espera en breve su adaptación a las víctimas de ahogamiento-, en los que se recogen modificaciones sustanciales en las guías de actuación que probablemente tendrán repercusiones en el pronóstico de las víctimas a las que se les aplican y también en la exposición de los intervinientes al riesgo de infección y por ende, con amenaza para su integridad física y salud. Todavía no hay evidencias concluyentes al respecto y mientras las organizaciones de referencia publican protocolos revisados y los actualizan con las nuevas evidencias, deberemos estar muy atentos a las últimas novedades e incorporarlas de inmediato a nuestros sistemas de trabajo y acciones de formación.


Acortando distancias en la formación.

Otra de las revoluciones que ha provocado el COVID-19 ha sido la puesta en cuestión, cuando menos temporal, de toda actividad que implique contacto personal, como es el caso de la formación en Socorrismo Acuático, que implica realizar actividades y prácticas en aula y en el agua con contacto personal muy estrecho y la potenciación de la formación a distancia y “on-line”, además de las precauciones de prevención de contagio que se han de tener en cuenta durante dichas prácticas.

¿Cómo ajustamos esa “distancia” a la formación en Socorrismo?.
Implementar plataformas de enseñanza on-line es algo habitual hoy en día, pero supone un coste adicional y no sólo por la parte tecnológica. También los contenidos tienen que revisarse y prepararse específicamente los que sean susceptibles para esta nueva modalidad y los profesores formarse y adaptarse para impartir a distancia sus clases o tutorías y definir y establecer cuáles deben ser las mejores vías para la evaluación de los alumnos. Y como no todos los contenidos se pueden impartir a distancia, habrá que reducir el número de alumnos por sesión, proporcionar los EPIs adecuados para la actividad presencial que se realice, etc.
Y ello también influye en el material que se utiliza. Un maniquí de RCP, por ejemplo, cuando se utilice para practicar el boca a boca producirá aerosoles potencialmente contaminantes si el alumno es portador y tendrá que desinfectarse de manera exhaustiva o desechar y reponer las partes sensibles después de que cada alumno lo utilice. Los equipos de protección personal, de prácticas o materiales de rescate igualmente habrán de revisarse y renovarse. El tiempo y el coste necesario para ello o la alternativa de incrementar sustancialmente el número de dispositivos para minimizar las pausas o disponer de uno por alumno, supondrán un coste tan elevado que pueden llegar a ser inasumibles o elevar el precio de la formación para los alumnos a niveles no asequibles.
Pero, ojo, no todo vale en la formación a distancia. No puede permitirse que se anuncien y, lo que es ciertamente inadmisible, que se acepten en los registros oficiales cursos impartidos 100% on-line. Aquí aparece nuevamente la responsabilidad de las distintas Administraciones en la regulación y la vigilancia de la formación en socorrismo profesional. No ha de caber ninguna duda de cómo debe impartirse y comprobar y hacer cumplir fehacientemente que las directrices se cumplen.
¿Y qué va a ocurrir con las normativas que establecen renovaciones periódicas de la inscripción en los registros, como Madrid o Cataluña, cuando los Socorristas no puedan acreditar haber realizado la formación periódica que tienen que acreditar porque no ha habido ninguna convocatoria para hacerla?. ¿Se van a prorrogar la validez de las acreditaciones, con el riesgo de no tener profesionales con su formación debidamente actualizada?. ¿Se arriesgarán las empresas a contratar a estos Socorristas?. A estas alturas, sólo tenemos conocimiento de que la Generalitat de Cataluña haya ampliado la moratoria de la inscripción en el ROPEC de los socorristas en Cataluña como medida excepcional.

Un dilema ético

Si analizamos las cifras de formación de los últimos 10 años, comprobamos fácilmente que el Socorrismo profesional es una ocupación que está en declive. Algunas de las posibles razones se pueden deducir de todo lo anterior, además de la precarización laboral, la bajada de las remuneraciones, la creciente minusvaloración en la opinión pública y los responsables públicos de la figura del socorrista. Muchos somos los que hace años coincidimos en el análisis y el diagnóstico de la enfermedad, pero hasta ahora no hemos acertado a coincidir en el remedio.
Tengo la sensación de que el COVID-19 nos ha puesto frente al espejo de nuestras propias miserias y que lo que vemos -aunque ya fuéramos conscientes de ello-, no solo no nos gusta, sino que quizá por primera vez nos ha revuelto esa conciencia que hace tiempo parecía que teníamos adormilada. Ahora no podemos pecar por omisión ni tampoco por tibieza. Personalmente lo percibo tanto como un dilema ético que hay que resolver, como una necesidad personal de impulsar lo que durante toda mi trayectoria en el Socorrismo he considerado una obligación moral. Si sigo en este mundo es porque creo firmemente que mi -nuestra- obligación es preparar a los mejores profesionales y seguir luchando por todo ello.
Es el momento de que la extensa red de contactos personales que se ha ido poco a poco expandiendo en los últimos años a través de amistades personales, colaboraciones desinteresadas, congresos y reuniones técnicas y que une a muchas personas del mundo del Socorrismo Profesional (investigadores, profesores, socorristas, gestores, empresarios, responsables públicos, sindicalistas, legisladores, etc) y que compartimos ese profundo convencimiento de la necesidad de un cambio profundo y quizá revolucionario, hable con una única voz y ponga sobre la mesa las prioridades que esta crisis ha hecho aflorar tan descarnadamente. Tenemos que ser capaces de dejar a un lado cualquier interés circunstancial, centrarnos en los aspectos esenciales y conseguir que nuestras propuestas se oigan y, por fin, se lleven a cabo.

COVID-19. An unprecedented situation.

Lee la versión en español. Read the Spanish version

Imagine the following situation: The rescuers rescue an unconscious victim with clear symptoms of drowning in the water and after its evaluation, they found that is not breathing and has no pulse either. They call EMS and start applying the resuscitation protocol (CPR) which involves mouth-to-mouth and compressions. But what if the victim were a possible COVID-19 carrier and the Lifeguards were infected?

Facing an unprecedented situation

We are talking about something that is affecting millions of people around the planet, with hundreds of thousands of deaths if we take into account official statistics, which most likely do not reflect the entire figures, nor has the most serious phase of this pandemic yet been overcome. And each of those figures is a person like you or me, with their own history, family and circumstances.

We are going through an unprecedented situation and the hubbub of information, confusing, full of hoaxes and lacking real evidence in which we move is both exasperating and frustrating. We all look for messages that alleviate our concerns and give us hope, and although the messages we hope to receive may be different for each of us, what we all hope for are concrete and reassuring guidelines that definitively address the problems and help us cope with their consequences.

The fact that information moves and changes so quickly is creating a paradigm that just a few months ago would have seemed unusual to us. Decisions such as treatment of the infection, which were made over months or years and after studies and clinical trials, are now made in weeks, days or hours. And almost nothing else to publish have to be modified or updated because new tests or pieces of evidence appear and there are changes as our understanding of the problem progresses.

It must also be borne in mind that the health authorities that direct the fight against the pandemic and struggle with these same problems at the front line, do not have beaches and water facilities among their most urgent priorities. These are problems that will be addressed when others, much more pressing and with an immediate impact on public health or the economic structure, so severely damaged, are more established

Uncertainties opening the beaches and swimming pools

There is a wide range of facilities and aquatic environments that should be intervened, from services that cover public beaches, through water parks, public pools or leisure and hotel establishments, inland waters, to domestic pools. And each of them will require guidelines as clear and defined as possible. The Spanish situation, with a large part of the regulatory powers transferred to the autonomous communities and with the municipalities as the ultimate responsibility for the management of beaches and water facilities, makes it very difficult, but not impossible, for there to be harmonization in these guidelines.

The situation may be even worse in the facilities of small municipalities and especially in those of private management, where decisions will be made mainly based on business and profitability criteria and we may find that facilities are opened or, on the contrary, remain closed, even in opposition to the official recommendations and it is foreseeable that there will be atomization within those initiatives. The risk evaluations, plans and implementation guides –if they are carried out- will depend to a great extent on the availability of local or internal “experts” or auxiliary companies capable of their study, preparation and start-up, something unthinkable in localities or companies of small size or technical capacity.

Many regulatory gaps

Even though in recent years there has been substantial progress in research and guidelines on aquatic risks, there are huge gaps that remain unfilled, both globally and in our country. The first of them is that practically all of the different existing regulations in Spain are designed with hygienic or sanitary criteria and hardly contemplate the aspects of safety and prevention of drowning, nor do they clearly describe the responsibility and functions of the professional aquatic lifeguard within the general organization of an installation in light of the knowledge that has already been developed in this matter.

Nor does it contemplate what implies the implementation of the guidelines established by the internationally accepted protocols (ERC, AHA) and the urgent need to adapt these protocols to the practices that best adapt to the reality of each installation or aquatic environment.

Nor does it contemplate what the implementation of the guidelines established by the internationally accepted protocols (ERC, AHA) entails and the urgent need to adapt these protocols (and their implementation in reality) to the practices that best adapt to the reality of each installation or aquatic environment. Take an example: the performance guidelines and equipment requirements cannot be the same for a beach with fully equipped lifeguards and a first-aid post with nurse staff, as for a small town pool with a single lifeguard and in which the EMS response time can be measured in half-hour stretches, where the grade of the response and the equipment needed have to take that into account. In other sectors, this adaptation does occur and, based on the general rules, a re-dimensioning of the requirements to be met is required.

The regulation urgently needs to include the existence of an expert figure (ideally a medical director with training in aquatic safety or with the advice of other sectoral experts) who interprets these adaptations taking into account all the key aspects (including the possible repercussions on the legal scope) according to the risk group to which each installation belongs, and has sufficient capacity and authority to implement individual adaptations that ensure its optimal risk management and its reduction to the minimum possible level. The safety of the installation’s personnel and that of its users – in that order – must always be priorities and must not fall prey to the tension between public safety and health and political, business or profitability criteria.

Implications for aquatic facilities

There are still many doubts about how the facilities – swimming pools, water parks, beaches – will have to face the reopening or start-up of their activities. Some companies are already preparing plans and establishing how they will implement them, which is very commendable but as I pointed out and however successful those plans maybe, this is a response that does nothing but disperses efforts and most likely will be repeated and amplified the mistakes. The Spanish Central Administration should be responsible for preparing a report and defining the minimum essential criteria for starting aquatic activities and defining with specifications and objective and measurable criteria the requirements to be met so that each facility can act accordingly. And in this case, coordination and consensus with the autonomous regional governments must be above any political or economic interest and have as a priority to place our country in the leadership of aquatic security, in the same way that we become the head of world tourism.

As is already being highlighted in other sectors, the consequences and implications will be significant and a good number of companies, especially small ones and temporary dealers, will probably not be able to face them economically or organizationally. In addition to being an occasion for the greats to take a slice of the troubled water, it remains to be seen whether this will suppose an impulse in the right direction or, on the contrary, an impoverishment of the overall conditions of the sector, including also those referring to the aquatic safety. Doubts arise everywhere and many managers of lifesaving companies are understandably concerned about the implications, including in the legal and criminal field, that they may have and their possible consequences.

The deficiencies in the figure of the Professional Lifeguard

It is in this situation where the deficiencies that surround the figure of the Professional Lifeguard are becoming even more evident. As mentioned, the regulation of the Lifeguard training is scattered, is very uneven, is out of date and has been born subject to the veil of the fickleness of the political winds that were blowing at the time they were published, or conversely, simply it does not exist as it happens in many Spanish regional regulations. I do not want to go deeper into this part (which has already been discussed on other occasions and which in any case deserves a much broader comment), but the practically unanimous reality in the sector is that none of the training lines currently in force in Spain provides the adequate preparation that they should have according to the literature and the real needs of job performance. And this gap is even greater in terms of defining their tasks within the safety of an aquatic facility.

A response that is assimilable to that of a health professional is expected of us, but we are not, nor are we considered as such in any regulation that I know of. It is time for the situation to normalize, once and for all, and with the involvement and contribution of those who are truly an integral part of the Aquatic Lifeguard profession, their job performance and the business sector and we definitely put those aside. like sports entities, which are not.

Evolving protocols.

At aquatic lifesaving, there has never been a recipe that was «the solution to everything.» As we commented, the protocols that the reference entities periodically issue cover a wide spectrum, but after their broad consensus, they always leave some gaps and reasonable doubts that are still being studied and revised. Unfortunately, with the perspective of COVID-19, it is not possible to claim today to have a solution that satisfactorily addresses all the problems that we are being forced to face, nor at lifeguarding. There are still many things to define regarding how to adapt the response of the aquatic teams to the COVID-19 and as the details were chosen are one or other will greatly influence how we will have to manage the work systems and internal protocols at the facilities and the lifeguard services, because they may imply the need for more equipment, personnel, resources and specific training. Many questions are still in the air and need to be answered.

What is the most suitable PPE? Is it better to have a rescue team and another team ready for CPR? What will happen when the protocol indicates that mouth-to-mouth breathing is not practised on a drowning victim, because there is a possibility that they can get COVID-19? What margin of flexibility or interpretation does the Lifeguard or those responsible for the facilities have in a situation of this type? Could such a case have legal repercussions on the Lifeguard himself and on the facility or company where he works? What will be the psychological consequences for Lifeguards?

Several working groups have already issued reviews of the CPR protocols adapted to COVID-19 -and their adaptation to victims of drowning is expected shortly- which include substantial modifications in the guidelines that are likely to have repercussions on the outcome of the victims to whom they are applied and also in the exposure of the participants to the risk of infection and, therefore, a threat to their physical integrity and health. There is still no conclusive evidence in this and while the reference organizations publish revised protocols and update them with the new evidence, we must be very attentive to the latest developments and immediately incorporate them into our work systems and training actions.

Shortening distances in the training

Another of the revolutions that COVID-19 has brought about has been the questioning, at least temporarily, of any activity that involves personal contact, such as training in Aquatic Lifeguard, which implies activities and practices at the classroom and into the water with very close personal contact and the empowerment of remote and online training, in addition to the increasing precautions of prevention of contagion that must be taken during such practices.

How do we adjust that «distance» to the first aid and rescue training?. Implementing online teaching platforms is common today, but it comes at an additional cost and not just on the technological side. The contents must also be specifically reviewed and prepared for those that are susceptible to this new modality, and the teachers must be trained and adapted to teach their classes or tutoring remotely, and also define and establish which should be the best routes for the evaluation of the students. And since not all content can be taught remotely, it will be necessary to reduce the number of students per session, provide the appropriate PPE for face-to-face activities, etc.

And this also influences the training materials. A CPR dummy, for example, when used for mouth-of-mouth practice will produce potentially contaminating sprays if the student is a carrier and will need to be thoroughly disinfected or dispose of and replace sensitive parts after each student uses it. Personal protective equipment, practices or rescue materials must also be reviewed and renewed. The time and cost necessary for this or the alternative of substantially increasing the number of devices to minimize breaks or have one per student will entail such a high cost that they can become unaffordable or raise the price of training for students at unaffordable levels.

But beware, not everything goes for remote training. We must not allow advertising and, which is certainly inadmissible, to accept an official acceptance for courses taught 100% online. Here again, appears the responsibility of the different Administrations in the regulation and monitoring of training in professional lifeguarding. There should be no doubt as to how it should be reliably taught and verified and enforced that the guidelines are thoroughly followed.

And what is going to happen with the regulations that establish periodic deadlines for compulsory refreshing courses, when the Lifeguards cannot prove that they have carried out their periodic training because there has been no call to do so? Will the validity of the accreditations be extended, with the risk of not having professionals with their training duly updated? Will companies risk hiring them? At this point, only out of 18 Spanish regional governments have extended that deadline.

An ethical dilemma

If we look at the training figures for the past 10 years, we easily see that professional first aid is a declining occupation. Some of the possible reasons can be deduced from all of the above, in addition to job insecurity, lower wages, increasing undervaluation in public opinion and public officials of the lifeguard figure. Many of us agree for years on the analysis and diagnosis of the disease, but until now we have not been able to agree on the remedy.

I have the feeling that COVID-19 has put us in front of the mirror of our miseries and that what we see -although we were already aware of it- not only do we not like it, but perhaps for the first time we have been stirred by that consciousness that long ago seemed to have been drowsy. Now we cannot sin by omission nor by lukewarmness. I perceive it as both an ethical dilemma to be solved, and a personal need to promote what I have considered a moral obligation throughout my career as a lifesaver trainer. If I keep being it is because I firmly believe that my -our- obligation is to produce the best professionals and keep struggling for all of this.

It is time for the extensive Spanish and international network of personal contacts that have been gradually expanding in recent years through personal friendships, selfless collaborations, conferences and technical meetings and that gather many people (researchers, teachers, first responders, managers, businessmen, public officials, trade unionists, legislators, etc.) who share that deep conviction of the need for a profound and perhaps revolutionary change, speak with as a single voice and black over white the priorities that this crisis has brought out so starkly. We have to be able to put aside any circumstantial interest, focus on the essentials, and make our proposals heard and finally carried out.