Porqué tus hijos no deben usar manguitos.

 

 

Cuando empieza la temporada veraniega y todo el mundo inunda playas y piscinas, el Socorrista que llevo dentro empieza a echar humo cuando veo a los niños flotando en la piscina con manguitos, flotadores, chalecos o cualquiera de esos artilugios flotantes que venden en los baratillos.
¿Por qué me enervo?. Como profesor de natación y de socorrismo, puedo afirmar que el hecho de que tus hijos utilicen flotadores o manguitos es una de las cosas más peligrosas que puedes hacer con ellos en el agua.

Fuente de la imagen: www.lne.es

Cuando ponemos manguitos o flotadores a un niño en el agua ocurren dos cosas:

1 – El niño tiene una falsa sensación de confianza. Empiezan a creer que ya son capaces de nadar y por tanto, no aprenden a flotar por sí mismos.
2 – Los padres y adultos tenemos una falsa sensación de seguridad.

Ya sé que lo más sencillo es darle al niño uno de estos artilugios mientras te sientas en la terraza o en la silla de playa y lees o charlas con tus amigos, pero hasta que tu hijo pueda estar seguro en el agua por sí mismo, tu sitio es: a su lado en la piscina. Me da igual si se te estropea al maquillaje o el peinado; hace mucho sol; hoy no te has afeitado; el bikini te hace culo o ese bañador bermuda tan moderno te marca barriga.

Hasta que tu hijo sea completamente autónomo en el agua, tu prioridad número uno en la piscina y en la playa es estar en el agua con él, ayudándole a aprender cómo flotar, usar sus brazos y piernas para desplazarse, meter la cabeza y hacer burbujas.

Lo que, día tras día, veo en todas las piscinas es padres y madres poniendo manguitos sus hijos como un sustituto de la supervisión adulta en el agua. He perdido la cuenta de cuántas veces me he dado cuenta de que era el único adulto al lado del agua con mis hijos, rodeados de un montón de niños con chismes flotantes, mientras sus padres están charlando, leyendo, mirando el móvil muchos metros más allá, o en el bar.

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Soy un aguafiestas, lo sé; pero eso es totalmente inaceptable. Entiende por qué.
La realidad es que los manguitos pueden hacer que el niño se quede bajo el agua a poco que se escurran del codo, algo que es lo más fácil que suele ocurrir, por ejemplo, cuando saltan al agua desde el borde (aunque se los hayas puesto muy apretados).
Tu hijo enseguida da por sentado que puede estar en la piscina sin que estés tú, pero no que lo sabe es que no podrá nadar sin las ayudas flotantes. Con ellas sólo perciben que «pueden» nadar. Y eso abre la ocasión a que decidan entrar en el agua cuando tú no estés a su lado, lo que puede tener consecuencias mortales.
Los manguitos fuerzan al niño a una posición vertical, que es la manera más ineficiente de nadar. Los chalecos salvavidas homologados son bastante mejor, pero no dejan de ser poco menos que una muleta para un padre que no está al alcance del brazo de sus hijos. Los niños tienen que aprender cómo nadar y flotar horizontalmente y con ayudas flotantes nunca lo hacen.

¿Qué es lo que tu hijo necesita aprender sobre cómo estar seguro en el agua?.

1 – NUNCA ha de entrar en el agua sólo si no hay un adulto. NUNCA. !Y NO HAY EXCEPCIONES!.
2 – El único soporte de flotación tiene que ser él mismo o la ayuda de un adulto. Sin flotadores, manguitos, chalecos, etc.
3 – Si otro niño, un juguete, el perro, etc. cae en el agua, tiene que buscar un adulto para que les ayude. En la piscina de casa o de la urbanización, la playa o en cualquier otro sitio dónde haya agua.

 

Entonces te preguntarás: ¿tengo que enseñar a mis hijos a entrar en el agua sin ayudas flotantes?. Pues no. Permíteme explicarlo.

Tus hijos necesitan aprender a nadar. Incluso si no vives en una zona donde haya muchas áreas acuáticas, aprender a nadar es muchísimo más importante que aprender a montar en bicicleta o cualquier otro deporte que puedas imaginar y al que seguro dedicáis un tiempo considerable. Es una habilidad de supervivencia. Y ellos tienen que saber cómo auto-rescatarse si caen en una piscina o cualquier otro medio acuático. ¿Cómo?. Siendo capaces de flotar, nadar hasta la orilla y poder salir por sí mismos. Y no van a aprenderlo si lo único que hacen es jugar en el agua con los manguitos. Sólo podrán adquirir seguridad en el agua sin ayudas flotantes y bajo la ayuda y supervisión directa de un adulto.

Fuera de las clases de natación, las ayudas flotantes deben utilizarse únicamente cuando queremos conseguir que los niños adquieran o practiquen determinadas habilidades básicas o cuando en determinados entornos queremos que puedan hacer actividades «normales» que de otra manera no podrían, como por ejemplo jugar con otros niños en la piscina «pequeña» cuando todavía no sabe nadar o estar en la piscina «grande» con un hermano mayor, por ejemplo y siempre, siempre, con un adulto al lado al alcance de la mano. En estos casos debemos elegir siempre ayudas que no sean inflables (para evitar el riesgo de que se desinflen) y preferiblemente un chaleco salvavidas ajustado a su edad, talla y peso. Y siempre comprobar que cumpla todos los requisitos de homologación.

En realidad, si estas yendo a la playa o piscina este verano y tus hijos todavía no tienen esta clase de seguridad en el agua, debes invertir un poco de tiempo y dinero en llevarles a clases de natación. Dependiendo de cada niño, a partir de 2 años ya están preparados para aprender a flotar y desplazarse unos metros en el agua. Antes de esa edad, hay clases especializadas, pero lo que de verdad necesitan es jugar y familiarizarse con el agua, y siempre de la mano de un adulto.
La única excepción dónde las ayudas flotantes son obligatorias es cuando estamos en grandes masas de agua, como el mar, embalses o ríos. Aquí sí que es recomendable utilizar un chaleco salvavidas homologado apropiado a su talla y peso como medida de seguridad contra el ahogamiento. Pero insisto en que, aún así, debes estar al alcance de tu mano, lo que refuerza la regla de que mientras no sepan nadar, tienen que estar siempre con un adulto.

¿Y qué es saber nadar seguro?.

Cuando un niño puede nadar de forma independiente, es capaz de flotar por sí mismo, contener la respiración, sumergir la cabeza, salir de la piscina el sólo y se encuentra a gusto en el agua.

Cuando adquiere estas habilidades, podemos relajar un tanto la regla de estar al alcance de nuestra mano, pero nunca, nunca, abandonar la supervisión.
Después de años de estar en el agua con mis dos hijos en todas las sesiones de piscina y playa y de llevarles a clases de natación, mis hijos dieron ese salto evolutivo. Los dos se apuntaron a un equipo de natación para entrenar y desde siempre se han sentido como pez en el agua.
Pero antes de eso, siempre me habrás visto dentro del agua sosteniéndolos o jugando con ellos a tirarse y salir nadando hasta el borde. O sentado en el borde de la piscina pequeña o grande mientras se divertían cuando eran más mayores, pero siempre con los ojos en la piscina.

Era, y sigo siendo el Socorrista Personal de mis hijos y nunca confié su vida a que el Socorrista de la piscina tuviese que intervenir en el caso de que resbalasen o chocasen con otro niño y quedaran sumergidos, empezando a ahogarse por mi desidia o falta de supervisión.
Y, por cierto, seguro que con este calor se está mejor dentro del agua jugando con tus hijos que sudando al sol en el borde de la piscina.

PD: Además, un estudio de la Unión de Consumidores de Extremadura pone de manifiesto que los flotadores y manguitos incumplen la normativa. 

P.D. 2: A raiz de esta entrada hemos recibido muchos comentarios y consultas en Twitter. Los manguitos, churros y otras ayudas flotantes se utilizan habitualmente en las clases de natación, para que se sientan cómodos al principio, o para adquirir mejor determinadas habilidades, pero siempre con un objetivo docente claro. Si tienes dudas, observa y pregunta al monitor. Si no te convence, busca otro curso que sí trabaje estas habilidades básicas de supervivencia.

Consulta la página de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil

Adaptación libre de http://renomomsblog.com/2015/06/09/why-water-wings-are-the-devil/

El papel de las federaciones deportivas en el Socorrismo Profesional.

Desde hace poco más de 20 años, las federaciones deportivas de salvamento y socorrismo, se han ido desligando progresivamente del Socorrismo Profesional y han sido la aparición de entidades privadas, (bien iniciativas puramente empresariales, o bien integradas por socorristas profesionales agrupados en torno a la mejora de la formación, la capacitación y las condiciones laborales), quienes han impulsado el crecimiento y una progresiva aunque todavía claramente insuficiente profesionalización del Sector.

En todo este tiempo, las federaciones sólo han hecho que intentar poner trabas a este proceso, con una argumentación basada principalmente en la presunta «oficialidad» o «mayor validez» de sus certificaciones frente a las de otros, que además han mantenido, se diría que a propósito, en un limbo intermedio entre la formación de técnicos deportivos y lo puramente profesional.

Como hace ya mucho tiempo aclaró el Consejo Superior de Deportes, a la hora de impartir formación fuera del ámbito deportivo, como es el caso de los cursos de  socorristas profesionales, las federaciones deportivas actúan como cualquier otra entidad privada y la certificación de su formación tiene exactamente la misma validez y reconocimiento que la de cualquier otra entidad formadora. El único área dónde las federaciones tienen delegadas competencias es el deporte, en este caso el Salvamento Deportivo, y recordamos que el Socorrismo Profesional no es en absoluto un deporte, sino una formación de carácter laboral para el desempeño de una ocupación profesional. De hecho, los deportistas de Salvamento Deportivo ni siquiera tienen por qué ser Socorristas. Ya en otra entrada anterior comentamos que tampoco los socorristas profesionales formados por las federaciones han de adquirir, ni puede exigírseles, la licencia federativa para el ejercicio profesional, puesto que éstas no cubren actividades profesionales, sólo deportivas.

Cada entidad es responsable del diseño de su programa docente y, por supuesto, de la calidad y honradez  de la formación que imparte y, junto a una gran mayoría que intenta formar honradamente a sus alumnos, existen en el sector empresas cuya formación deja mucho que desear. Además del prestigio y trayectoria de cada entidad, el precio, el porcentaje de aprobados o aspectos como las promesas de contratación al realizar un curso de Socorrismo, deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar una acción formativa concreta. Las definiciones profesionales del INCUAL y la puesta en marcha de los Certificados de Profesionalidad en Socorrismo, sin duda servirán para aclarar en parte la vía futura de la formación en Socorrismo. No perdemos la esperanza de llegar a un estándar de formación único y consensuado por todos. Y hace muchos años que insistimos en que si no hay unión y consenso y unión dentro de nuestro Sector, el estándar nos vendrá impuesto desde fuera y lo más probable es que no guste a nadie.

La Escuela Segoviana de Socorrismo (ESS), AETSAS y muchas otras organizaciones hemos denunciado reiteradamente, que en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, donde hay una regulación del Socorrismo Profesional, y la admisión de cursos y socorristas pasa por un registro administrativo autonómico, se conceda validez a cursos que ya en su misma publicidad inicial no cumplen los requisitos legales exigidos (horario, cualificación del profesorado, programa, etc.) o se imparten 100% on-line. (¿Cómo hacen los alumnos las pruebas físicas obligatorias o la RCP en un curso on-line?). Falta regulación, si. Pero también faltan inspecciones y seriedad por parte de las administraciones, para que una vez que esa regulación existe, se verifique su cumplimiento.Otro ejemplo: ¿con cuánta frecuencia hay inspecciones de Sanidad en una piscina?; frente a: ¿con cuanta frecuencia hay inspecciones que comprueben el operativo de seguridad y que el número y condiciones laborales de los Socorristas sean las adecuadas?.

Y es precisamente en este entorno dónde sorprenden todavía más algunas de las últimas noticias que se han producido desde el ámbito federativo.
En primer lugar, la Federación Española (FESS) informó hace algunos días la entrega de la primera «Bandera de Seguridad» a una instalación de León, dentro de un programa auspiciado por la ILSE. A pesar de las búsquedas que hemos realizado, no localizamos una descripción detallada de ese programa, ni de sus requisitos o las inspecciones que se hayan llevado a cabo para esa concesión. Ante ello, elevamos una consulta por correo electrónico a la ILSE y la contestación literal de su Presidente Detlev Mohr fue la siguiente: «Up to now there is no safety sign system in place comparable to ISO 20712. You know that ILSE promotes the Red Banner «Lifeguarded Beach» for those beaches, which have successful participated at a risk assessment according to the ILSE system in addition to the Blue Flag system of FEE. ILSE is also working on such a similar system for a risk assessment system of pools».  (Traducción: «En este momento no hay un sistema de señalización de seguridad similar a la norma ISO 20712. La ILSE promueve la bandera roja «Playa con Socorristas» para aquellas que han participado satisfactoriamente en una evaluación de riesgos de acuerdo al sistema de la ILSE, de modo adicional a la Bandera Azul de la FEE. La ILSE está asimismo trabajando en algún sistema similar de auditoría de riesgos para las piscinas»). ¿Cómo, pues, ha iniciado la FESS este programa y cuáles son sus detalles, si al parecer la ILSE todavía lo está estudiando?.

En segundo lugar, la FESS ha difundido un «Informe Nacional de Ahogamientos» ofreciendo cifras de fallecimientos y consejos. Nada que objetar a cualquier iniciativa que incida en la prevención del ahogamiento, pero la manera en que se presenta como el «primero que se realiza en España en tiempo real«, la escasez de los datos, la falta de información sobre la metodología y objetivos del estudio no son ni adecuadas ni respetuosas con un problema de tan grave calado que implica casi 400 fallecimientos anuales en España. Y por supuesto, la FESS no es, ni mucho menos, la referencia a seguir en este tema ni en el mundo del Socorrismo Profesional, como parece querer traslucir la información difundida y la manera en que presenta el informe.

Antes bien, iniciativas como la que desde 2011 tienen en marcha conjuntamente ESS y AETSAS, con una recogida sistemática y un análisis exhaustivo de los incidentes de ahogamiento en España y que se ha materializado en la publicación de informes periódicos desde 2013, la creación de una página web www.ahogamiento.com , con los datos abiertos y a pública disposición, y presentada en foros y congresos del Sector, tienen mucha más relevancia y valor científico intrínseco. Y, además, se realizan de modo altruista y sin soporte económico externo.

Como último apunte, sorprende todavía más que el Sr. Juan José Maspons, presidente de la federación andaluza, haya salido a la palestra con unas declaraciones recogidas por la agencia Europa Press afirmando que «el 70% de los Socorristas provienen de empresas que practican el intrusismo«, criticando la «irresponsabilidad» de las empresas que ofertan una formación «engañosa y de baja calidad», y volviendo a insistir en la presunta mayor validez de las certificaciones federativas. Aún compartiendo alguno de sus comentarios sobre la precaria situación laboral de los socorristas, nos gustaría conocer cuántas acciones han hecho las federaciones para defender y mejorar esas circunstancias. La cruda realidad es que actualmente la FASS y el Sr. Maspons están inmersos en un proceso judicial, iniciado desde la empresa privada malagueña Seguriocio, con una larga y contrastada trayectoria profesional en el Socorrismo, (y no parece que sea mera coincidencia el que la noticia se origine en Europa Press de Málaga), precisamente por la presunta utilización de logotipos de organismos oficiales de la Junta de Andalucía y el CSD de forma no autorizada, e incluir presuntamente publicidad engañosa en sus acciones formativas con mensajes que pudieran llevar a los participantes a creer de forma engañosa que están recibiendo una formación con mayor reconocimiento o validez; precisamente lo mismo que él denuncia. Sorprenden estas declaraciones de la FASS, y quizá todavía más, el que se publiquen sin que haya el más mínimo contraste por parte del periodista de la información con otras fuentes y se refleje la realidad del Socorrismo Profesional en Andalucía y en el resto del estado. Y también hay que recordar que la FASS ha promovido o participado en empresas privadas de gestión de Socorristas, en las que se producen las mismas condiciones laborales que tanto denosta por precarias.

Desde 1996, la Escuela Segoviana de Socorrismo ha sufrido diversos embates e intentos de obstaculizar nuestra labor, primero de la FECLESS (iniciada y presidida por la Sra. Sanz) y también de la FESS (ahora también presidida por ella), a pesar de que tanto el Procurador del Común en 1997 y los tribunales en 1999 dieron la razón a la ESS respecto a la legitimidad de sus acciones.
Desde su inicio la ESS ha tendido la mano a cualquier persona o entidad que quisiese colaborar y compartir información y recursos para la mejora del Socorrismo Profesional. Siempre hemos estado abiertos y promovido activamente la colaboración entre entidades y participado en cuantas iniciativas ha habido para mejorar la formación y el reconocimiento del Socorrista Profesional. Hemos promovido Congresos y numerosas acciones y Campañas de Prevención del Ahogamiento, generado estudios y material técnico, presentado ponencias de primer nivel en muy diversos foros nacionales e internacionales y los integrantes de su Equipo Técnico han ido ganado poco a poco y con mucho esfuerzo personal y colectivo un merecido respeto y reputación en el mundo del Socorrismo Profesional.

Las diferentes Federaciones, empezando por la FESS y su presidenta deben replantearse muy seriamente su papel en el mundo del Socorrismo. Dedicarse plenamente a lo que es su mandato estatutario, la promoción del Salvamento Deportivo, y cuando quieran intervenir en el ámbito del Socorrismo Profesional, hacerlo con respeto hacia los demás y teniendo muy presente el lugar que ocupan en el Sector, que de ninguna manera es la posición de prepotencia y exclusividad que tanto airean. Ya es hora de que desciendan de su nube y se metan en el agua.

Luis Miguel Pascual
Presidente y Director Técnico-Docente de la Escuela Segoviana de Socorrismo

Nadando contra la corriente. Cuando el dominio de la natación no es suficiente – Swimming against the tide. When swimming competence is not enough. Kevin Moran

kevinmoran

El papel de las competencias o habilidades en natación puede parecer axiomático, sin embargo, todavía no comprendemos bien su capacidad protectora. Determinar si la competencia en natación tiene un efecto de mejora frente a todos los riesgos de ahogamiento es difícil de afirmar por dos importantes razones.

El primer lugar, en el contexto de la prevención de ahogamientos no hay una definición universalmente aceptada entre los expertos en seguridad acuática sobre en qué consiste la competencia en natación. A menudo se describe en términos de la distancia que se es capaz de nadar, pero incluso entonces, se utilizan varias distancias para juzgar esa competencia, Muchas iniciativas de seguridad acuática establecen arbitrariamente distancias desde 25 a 200 metros para identificar el nivel de natación. En el peor de los escenarios, algunos consideran que superar ese nivel es un pasaporte a la seguridad y entonces se deja de proporcionar educación en natación y seguridad acuática: ¡Error¡, ¡Error¡ ¡Error¡. La educación es un proceso, no un producto y para que sea exitoso ha de durar toda la vida y ser capaz de adaptarse a las siempre cambiantes necesidades.

En segundo lugar, incluso si tuviésemos una definición mutuamente aceptada de competencia en natación y, entonces, fuésemos capaces de hacerla operativa definiendo medidas que se acomodasen a todas las variadas demandas individuales y ambientales asociadas con el ahogamiento, todavía tendríamos que tener en cuenta el hecho de que existe una gran distancia entre lo que las personas piensan que pueden hacer y lo que realmente son capaces de hacer. En el caso del ahogamiento, la idea, atribuida a Henry Ford, de que “tanto si piensas que puedes hacerlo, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”, es muy probable que no sea una actitud acertada.

Es más, este tipo de actitud puede que ayude a explicar la persistente presencia mayoritaria de los varones en las estadísticas de ahogamientos en la mayoría de los países, en particular en aquellos en donde el ocio acuático es popular.

A este respecto, mi argumentación es que los verdaderos asesinos son los que he denominado “las torres gemelas del ahogamiento”: subestimar el riesgo y sobreestimar las habilidades. Afrontar estos dos problemas en los programas de prevención de ahogamientos, puede ser nuestra mejor esperanza de reducir su incidencia, especialmente entre los varones.

Swimming against the tide. When swimming competency is not enough.

While the role of swimming competencies in drowning prevention may appear axiomatic, its protective capacity is not well understood. Determining whether the swimming competency has an ameliorating effect on all drowning risk has been difficult to ascertain for two major reasons.

First, in the context of drowning prevention, there is no universally agreed definition among water safety experts as to what constitutes swimming competency. Swimming competency is often described in terms of distance swum, but even then, various distances have been used to assess competency. Many water safety initiatives establish arbitrary distances from 25 m to 200 m to identify swimming status. In the worst case scenario, having achieved such status is viewed by some as a universal passport to safety and then stop delivering swimming and water safety education – wrong, wrong, wrong!!!!. Education is a process not a product, for it to be successful it must be lifelong and adaptable to meet ever changing needs.

Second, even if we had a mutually agreed definition of swimming competency and were then able operationalize that definition by developing measures that accommodated all the varied individual and environmental demands associated with drowning, we still have to consider the reality gap between what people think they can do and what they actually can do. In the case of drowning, the notion attributed to Henry Ford that “Whether you think you can, or you think you can’t – you’re right” may not be a healthy mind-set.

Furthermore, such a mind-set may help explain the persistence of male over-representation in the drowning statistics of many countries, especially those where aquatic recreation is popular. In this respect, I argue that the real killers are what I have called of the “twin towers of drowning”: underestimation of risk and overestimation of ability, tackling these two issues in drowning prevention programmes may be our best hope of reducing the incidence of drowning especially among males.

Kevin Moran es Profesor En la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y es destacado autor de numerosas publicaciones y por su compromiso vital en la prevención de ahogamientos y como investigador y educador. En los últimos años se ha destacado por su visión crítica y avanzada sobre la percepción y prevención de riesgos y ahogamiento en el medio acuático; la conducta de los jóvenes frente al riesgo acuático y en la formación de los Socorristas.

Kevin Moran is a Principal Lecturer in Health and Physical Education in the School of Curriculum and Pedagogy at the Faculty of Education, University of Auckland. Kevin has had a lifelong commitment to drowning prevention as a researcher and an educator. Current areas of research for Kevin include toddler drowning prevention, perceptions of aquatic risk, swimming ability and water safety, water safety knowledge, attitudes and behaviours of youth and other specific populations including rock fishers and beachgoers.